Las primeras ruedas que hizo el hombre eran de madera. Para protegerlas se interponía una llanta entre el firme del suelo y la rueda misma a fin de retardar su desgaste.
Las llantas se unían, pues, a las pinzas, es decir, a cada uno de los trozos o secciones
Se sabe que las ruedas del carro del faraón egipcio Tutankamon, del siglo XIV a.C., estaban protegidas por llantas de cuero. Asimismo, los asirios del siglo VIII a.C., ponían a sus carros ruedas de doble espesor de madera y las protegían con llantas de hierro.
Poco más se podía hacer en aquellos tiempos. La evolución de esta importante parte del rodado apenas experimentó cambios hasta llegado el siglo XIX. En el año 1839 Charles Goodyear, inventor norteamericano de Connecticut, inventó el método de la vulcanización.
Mediante este proceso, el caucho se procesaba mezclándose con con azufre y se somete a presión a altas temperaturas. Esto hace que la goma mejore en cuanto a resistencia y plasticidad. Fueron muy conocidas las llantas de goma maciza, pero viajar con ellas era realmente incómodo.
El primer antecedente del neumático lo encontramos en el año 1845. El ingeniero escocés Robert W.Thomson inventó la primera llanta neumática conocida.
Tras probar con la crin de caballo como relleno, ideó una cubierta de lona con bandas de cuero alrededor para dar protección a un tubo interior de goma lleno de aire.
Una vez experimentó su ingenioso invento en un carruaje pudo observar que las ruedas equipadas con semejantes llantas ofrecían escasa resistencia al terreno, desde luego mucho menos que las de hierro, y Thomson patentó su invento.
Los fabricantes de bicicletas estaban entusiasmados ya que eran los ciclistas quienes más sufrían las consecuencias de baches y desniveles de terreno. Apreciaron enseguida la bondad de tan importante innovación, las ventajas de la rueda neumática que amortiguaba los golpes y absorbía bien las irregularidades del camino.
Un año después del invento de Thomson, en 1846, un fabricante de caucho, el inglés Thomas Hancock comenzó a fabricar llantas de goma maciza que fijó a los aros de hierro que rodeaban la rueda de madera.
Esta llanta tenía tres centímetros de grosor y casi cuatro de anchura. Y, lógicamente evitaba el tremendo ruido de la rodadura propia de la llanta metálica, era bastante silenciosa y absorbía las vibraciones. Ventaja que no tardó en ser apreciada por los fabricantes de bicicletas que la adoptaron a partir de 1870.
Pero esto no era un neumático propiamente dicho, tal y como lo conocemos en la actualidad. Pero el invento estaba muy cerca.
Fuente: Curiosfera - Historia y evolución del neumático.